El diagnóstico de una hernia de disco empieza con un reconocimiento médico completo de la columna vertebral, brazos y extremidades inferiores. El médico examinará la columna vertebral para comprobar la flexibilidad, el rango de movimiento y las señales que sugieran que una hernia de disco está afectando a las raíces nerviosas o a la médula espinal.
Pueden pedirle que rellene un diagrama en el que debe señalar con precisión sus síntomas de dolor, entumecimiento, hormigueo y debilidad. Se pueden pedir pruebas de rayos X o resonancia magnética (RM).
Cuando envejecemos, los discos de nuestra columna vertebral pueden perder su flexibilidad y elasticidad. Los ligamentos que rodean los discos se vuelven quebradizos y se desgarran más fácilmente. Cuando se produce una hernia de disco, puede ejercer presión en los nervios espinales cercanos (radiculopatía) o en la médula espinal (mielopatía) y causar síntomas dolorosos.
Una hernia de disco cervical puede causar dolor en el cuello, provocando la irradiación del dolor al brazo, al hombro y entumecimiento u hormigueo del brazo o la mano. El dolor puede ser sordo, constante y difícil de localizar. También puede ser agudo, ardiente y bien localizado.
El dolor en los brazos así como en el cuello normalmente es la primera señal de la irritación las raíces nerviosas del cuello.
Síntomas como entumecimiento, hormigueo y debilidad en los músculos pueden indicar un problema más grave.
La queja principal de una hernia de disco lumbar normalmente es un dolor cortante y agudo. En algunos casos, puede haber un historial anterior de episodios de dolor localizado, que está presente en la espalda y continúa hacia abajo por la pierna con la que conecta el nervio afectado.
El dolor normalmente se describe como profundo y agudo y a menudo empeora a medida que baja por la pierna afectada. El brote de dolor con una hernia de disco puede ocurrir de repente o anunciarse con una sensación de desgarro o chasquido en la columna vertebral.
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